
Una de las pasiones que la gente más disfruta, ya sea en familia o con amigos, es viajar y conocer lugares extraordinarios donde la vida silvestre se respeta, se cuida y se conserva. Y es Yanacocha, un espacio protegido en las faldas del volcán Pichincha, quien hace todo esto ya que es un área clave para preservar la biodiversidad animal y vegetal.
El viaje comenzó muy temprano, a las 7 de la mañana, todos los que nos uniríamos en esta aventura ecológica nos juntamos en las oficinas de la fundación Jocotoco en el norte de la capital. Con ropa adecuada para soportar el frío y envueltos con bufandas iniciamos el viaje que toma 50 minutos desde Quito hasta las laderas de la montaña donde fuimos recibidos por Wilson Hipo, uno de los guardaparques de Yanacocha, quien con una bebida caliente, la infusión de sunfo que es para tolerar la altura y evitar los mareos, nos dio la bienvenida.
La ruta empezó con una caminata de 45 minutos hasta el santuario de los colibríes. En el trayecto, todos escuchábamos atentos las explicaciones del guía de Yanacocha y de la fundación Jocotoco, acompañados del canto de los pájaros y envueltos en un paisaje que se conjugaba con las historias que tejieron los antiguos habitantes de Quito.
Entre hojas gigantescas que parecían paraguas, rocas enormes y estrechos senderos por donde transitan los empleados de la empresa municipal de agua potable de Quito, recorríamos la trocha o camino del inca en el Chocó Andino. Llegar al refugio de los colibríes y verlos volar libres en su hábitat causó emoción. Sus colores, sus tamaños y sus aleteos nos hacían pensar en la forma en la que estos son desplazados por el gran crecimiento de la ciudad.
Adentrarse en ese espacio y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor no tiene precio. Con cámaras en mano y celulares prendidos, nadie quería perderse el movimiento de las aves que metían su pico en los botes llenos de agua dulce para luego posarse en los árboles de papel o Polylepis. Cada especie tiene algo especial, unos se dejan notar y otros se esconden; aún así, verlos en acción es un halago para el alma.
La paz en el páramo andino no se la puede comparar, en Yanacocha existen pumas y osos de anteojos que no siempre esperan visitas, pero son captados en movimiento y vistos a través de cámaras instaladas en el bosque, según cuentan los guardaparques.
De regreso al refugio en Yanacocha, un suculento almuerzo nos esperaba con abundantes frutos de lo que ahí tienen. Lácteos, papas, mote, leche, pan, frutas y otros calmaron el hambre de los participantes del recorrido. Con el estómago lleno, nos adentramos en el páramo mismo donde el musgo en los árboles y los senderos de chuquiraguas nos pedían volver a visitarlos.
La clave del refugio en el páramo
La fundación Jocotoco creó esta reserva ecológica privada en el 2001 para proteger al zamarrito pechinegro, un colibrí en peligro de extinción que se ha convertido en el ave símbolo de Quito. El espacio está en el corazón del Chocó Andino, tiene más de mil hectáreas, es el hogar seguro de especies únicas o amenazadas.
Yanacocha es una reserva que abarca Mindo y las estribaciones occidentales del volcán Pichincha, promueve el turismo sostenible y educa a la gente sobre la importancia de la conservación de la vida.
Está en la ladera norte del guagua Pichincha, revela su pasado volcánico con imponentes formaciones rocosas. La vegetación se funde con la niebla, creando un paisaje mágico. Aquí se protege el bosque y el páramo, ecosistemas ricos en biodiversidad, contribuyendo a la protección de las fuentes de agua para Quito.
Asimismo, se fomenta la defensa de las laderas occidentales del volcán Pichincha para conservar el área verde, los caminos naturales del agua y evitar los deslizamientos que causan graves daños por la erosión. La meta fundamental en Yanacocha es asegurar que la población se dedique a conservar la naturaleza.
Al caminar por sus senderos, uno se sumerge en un mundo de biodiversidad enorme, desde los helechos y orquídeas de bosque alto andino hasta los extensos páramos adornados con árboles de Polylepis; cada rincón brinda un equilibrio ecológico para la vida.
La fundación Jocotoco protege los ecosistemas en Ecuador. Cada año se descubren nuevas especies, algunas que se creían extintas y otras se recuperan. Se conserva el hábitat de la fauna silvestre desde las selvas amazónicas hasta los altos páramos andinos, hacia el bosque bajo del Chocó y el seco bosque tumbesino y, a través del océano, hasta las islas Galápagos.